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Foto del escritorCuentosdeazafata

Mi primer viaje en "solo", toda una aventura

Esta vez los llevaré a un paraíso escondido, nos atravesaremos el océano atlántico saliendo del pacífico en la costa oeste canadiense, atravesando por el mar báltico en el norte europeo hasta llegar a la capital más occidental de la Europa continental, Lisboa, pero primero tendremos una escala en Copenhague.


Bienvenidos al episodio, mi primer viaje en "solo", toda una aventura.

"En este viaje me enfrenté a dos desafíos; 1. Viajar sola y 2 hospedarme en hostales. Nunca antes me había hospedado en un hostal y esta es la hora que aún no me he hospedado en un ”Airbnb”. En este caso me identifico con los viajeros que prefieren los hoteles, la seguridad, la comodidad y la confianza; un estilo tradicional o conservador, ya veremos"

Primera parada Copenhague


La primera parada en este viaje fue 24 horas en Copenhague la capital de Dinamarca, una ciudad que siempre quise visitar y que hasta el día de hoy sigue en mi lista de viajes pendientes porque en esta corta visita no disfruté mucho, no solo porque tenía poco tiempo, sino también por el clima frío.




Estábamos a mediados de septiembre, el comienzo de otoño; hacía 12 grados centígrados con viento helado y el cielo estaba completamente nublado. Por otra parte, como mi destino final era Lisboa donde la temperatura era 26 grados, yo no llevaba los abrigos necesarios. Sinceramente, salí del hotel por cumplir, porque ya estaba allí y no sabía cuándo regresaría; también me daba mucha curiosidad de la ciudad, la gente, la cultura y el idioma. Así que hice un paseo básico; caminé desde el hostal donde me hospedé, pasando por la calle strøget (la calle peatonal más grande de Europa, por sus tiendas caras y famosas) pasando por la plaza del ayuntamiento, la plaza del rey, la plaza Rådhuspladsen, StorkFountain hasta llegar al sitio más visitado de Copenhague “Nyhavnharbour”. Este recorrido fue casi de 3 km.


Esta pequeña visita, me inspiró a volver, eso si durante el verano para desquitarme.

Vaya que suerte, con el frío tan verraco que hacía, yo no muy bien abrigada, cansada del viaje, sin dormir y lo único que me faltaba es que no tuviera batería para tomar fotos, uf. El cargador del celular lo había dejado en el hostal (eso pensé yo, porque en la noche, me di cuenta de que siempre lo tuve conmigo). ¡Si ven, que cuando la gente publica fotos en las redes sociales uno como lector supone que “la están pasando bomba”, o “qué vida tan maluca!”, etc., pero es porque los viajeros no publican sus desaciertos. ¿Cuándo han visto un" post" peleando en el burjkhalifa en Dubai, en las pirámides de Egipto o la torre Eiffel de París, o talvez una foto aburrida, con hambre o frío? Nooo amigo lector, la idea de los “posts” es sembrar envidia en estos que están en sus casas o en el trabajo, así las cosas, no vayan bien como las pintan, Ja ja, y que le vamos a hacer, esa es la magia de las redes sociales.


A pesar de mis inconvenientes ya mencionados anteriormente no me quejo, no me pasó nada grave, solo tuve tantico de frío; seamos honestos, yo no soy una turista de clima frío, lo evito en lo posible y debe ser porque resido en un país donde vivimos en espera del verano que dura únicamente tres meses.


Seguimos en Copenhague... Estaba recorriendo la ciudad desde las once de la mañana hasta que el cansancio me venció. Yo que me jacto de no sufrir de “jet lag” caí profunda a las seis de la tarde con la satisfacción de haber hecho y visto lo que pude y con la esperanza de volver ojalá pronto.


Me alojé en el hostal “steelhouse”, ubicado a siete minutos de la estación central de trenes. Un sitio que recomiendo, es bonito, económico, seguro y bien ubicado. Yo estaba en un cuarto compartido con otras cinco chicas de las cuales conocí solo una que venía de la capital de Marruecos (Rabat), quien me contó que se había hecho un recorrido por las principales ciudades escandinavas en un viaje de tres semanas y ya regresaba el día siguiente a su país. A las otras chicas no las conocí porque me dormí muy temprano; el hecho es que al día siguiente que me desperté a las tres y media de la mañana porque tenía que ir temprano al aeropuerto vi todas las camas ocupadas y yo ni me di cuenta cuando llegaron.


Lo que no esperaba ver en Copenhague



El día que llegué del aeropuerto al salir de la estación central de trenes me sorprendió ver tantas bicicletas por todo lado, era un dato que no sabía de la ciudad y me gustó ver a grandes y chicos pedaleando. Es una ciudad tranquila, no vi caos de tráfico y muy respetuosos con los peatones. Es muy costosa, pero tengo entendido que la calidad de vida es muy buena y que los salarios son altos.


Aquí viene algo muy bueno del paseo, hablemos de la belleza física de los daneses, wow. Llegué a una conclusión que los daneses(as) no son rubios, son dorados. En la calle, en las tiendas, en los restaurantes, esta gente parecía sacados de revista; buen porte, delgados, unos rasgos pulidos, cabello rubio oscuro y la piel bronceada, seguro porque acababa de pasar el verano, pero de verdad quedé sorprendida de los saludables que se ven. Además, se visten muy bien y bastante de colores oscuros, predomina el color negro. Incluso, niños, jóvenes y adultos tienen una belleza muy natural, bravo por esa. Y es que aprendí que los daneses se preocupan por comer saludable y hacer ejercicio, otro dato curioso, son extremadamente puntuales; son muy tímidos, por eso casi no se ríen, muy bonitos, pero de caras muy serias.


La pastelería danesa es muy buena y con mucha variedad, toman mucho vino y cerveza, incluso la primera cita con alguien es a tomar vino, también comen mucha carne, sobre todo de cerdo, entonces no sé cómo carajo hacen para no engordar, debe ser porque como muchos productos orgánicos y porque lo llevan en los genes.

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